Innovación es un concepto extremadamente atractivo y cautivador, sin embargo, a ratos se desvirtúa un poco al emplearse, también en cuanto a su sentido y propósito.
¿ Es la Innovación un fin en sí misma?
No es tan infrecuente encontrarse, -al menos en el mundo de los negocios-, un mal uso del concepto INNOVACIÓN.
Aparentemente se ha instalado una especie de creencia, -ni muy generalizada ni muy infrecuente-, en relación a que la INNOVACIÓN supone un bien en sí misma.
Esto deja de lado un principio elemental: La innovación supone un valor cuando se incorpora de alguna forma contributiva al sistema en que se implementa. Vale decir, cuando le añade valor en algún sentido de manera efectiva, más o menos indirecta.
Muchísimo tienen que ver las modas en esto. Es similar a la tendencia que ronda también hace algún tiempo entorno al concepto del Emprendedor. El que entre algunos sectores parece estar algo idealizado, haciendo parecer que la calidad de empleado o miembro de un equipo viniera a ser algo así como un desarrollo personal o profesional de segundo orden. Algo que suena bastante errado si se analiza un momento. Cada rol tiene su contribución clave.
Una Tendencia Humana
La tendencia a extralimitar el uso y alcance de ciertos conceptos por determinados períodos de tiempo, parece ser algo inevitablemente humano y probablemente jamás se extinga. Seguro veremos ciclar un concepto detrás de otro por siempre. Tal vez esto obedezca a procesos naturales de desarrollo de las sociedades. Entendiendo esto, decidimos compartir esta reflexión, por la utilidad que pueda tener este punto de vista de cara a quienes inspirados por este espíritu actúan movilizados por esta especie de instinto hacia innovar que en algunos se despierta.
Paradoja
Si el error es una de las fuentes por excelencia más prolíficas de aprendizaje, ¿qué inconveniente habría en errar una y otra vez innovando? Quizás sea este un impulso natural hacia el aprendizaje. En este sentido, más que un inconveniente parece prudente tener presente esta perspectiva como una suerte de alerta, porque como bien se sabe, aprender representa beneficios, pero también supone costos, los que son importantes de prever y gestionar.